Me hacías feliz, no puedo decir que no, cuando estabas cerca todo era diferente, vivíamos en un mundo en el que nuestra felicidad dependía de la felicidad del otro, un mundo en el que los besos curaban todas las heridas del pasado y sacaban sonrisas ocultas, los abrazos paraban el reloj y nos leudábamos en ese segundo, parados en tu cama, un segundo que no lo cambiaría por nada del mundo.
Quizás sea la hora de cambiar, de hacer que todos esos recuerdos desaparezcan, y que juntos hagamos otros nuevos o quizás sea la hora de volver a tras y parar el reloj de nuevo, pararnos en ese segundo que nos dio la felicidad por completo.
Ahora cuatro meses después me doy cuenta de que por mucho que quiera olvidar y pasar página siempre estarás presente, porque desde el día que nos conocimos nunca antes pensé que podía sonreír todos los días mientras pensaba en ti, ni que un simple beso fuera el único motivo de mi felicidad...5
Lo haré, esperaré, te esperaré siempre.
La persona que ya no está con nosotros no desaparece de nuestra vida. No hay que intentar sacarla de ahí, de nuestro corazón, porque no lo lograremos. ¿Y eso significa que tenemos que darnos por perdidos? ¿Que nunca podremos olvidar? No. Podremos olvidar, y eso es cuestión de darnos tiempo y de dar los pasos adecuados. Cuando un amor se acaba hay que saber pasar página. Eso tampoco quiere decir que nunca más podamos volver a estar con esa persona, sino que ahora es momento de dedicarme tiempo a mí y que debo pararme a pensar qué salió mal. Todos debemos asumir que, en una relación rota, las dos personas lo hicimos mal. No se trata de buscar culpables, sino de encontrar nuevos caminos. Lo hice mal, así que debo aprender porque podría volver a pasarme... ¿Quizá con esa persona? No lo sé. Lo que sé es que debo pasar página porque es sano, porque quedarse enganchado es doloroso y muy perjudicial. Y porque sea quien sea la próxima persona, yo seré dintinto/a a como soy ahora, y debo ser mejor.
ResponderEliminarA una persona no se la saca de nuestro corazón. Se le busca un sitio nuevo, más pequeño, donde se quedará allí el resto de nuestra vida. Porque ya forma parte de nosotros.